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junio 26, 2019

Palabras del Embajador de los Estados Unidos en Nicaragua, Kevin K. Sullivan

Discurso ante AMCHAM
Junio 26, 2019

¡Buenos días! Gracias a todos por darme la bienvenida a AmCham esta mañana. Es un enorme placer estar con todos ustedes. Los planes originales eran poder dirigirme a la membresía de AmCham desde que inicié mis funciones como Embajador de los Estados Unidos en Nicaragua, sin embargo, las circunstancias me lo han impedido y sólo siete meses después se presenta la oportunidad. Durante todo este tiempo he tenido el placer de reunirme con muchos de ustedes individualmente, y vaya que he aprendido mucho de esas conversaciones. Todavía recuerdo una larga charla con alguien llamado Mario Arana, en la casa de un amigo mutuo. Esto ocurrió aproximadamente un mes antes de que esta organización tuviera el gran acierto de elegirlo como su presidente. Me alegré al darme cuenta que AmCham hiciera tan excelente elección. Me gustaría secundar a Mario al reconocer el tremendo liderazgo que María Nelly Rivas demostró al frente de AmCham durante un período tan difícil.

Desde su fundación en 1974, AmCham ha sido una organización ejemplar de la sociedad civil. Durante el corto tiempo que he estado en Nicaragua, he podido experimentar su convicción de que la mejor manera de lograr la meta de fortalecer los vínculos de comercio e inversión entre Estados Unidos y Nicaragua, es mediante el fortalecimiento de los valores que compartimos. Tanto en tiempos de prosperidad, como en los tiempos difíciles, AmCham ha representado fielmente estos valores compartidos, nuestro compromiso común con una economía de libre mercado regida por reglas claras, los cuales son elementos fundamentales de una sociedad libre. Y por supuesto, nuestros objetivos comunes para lograr crecimiento y desarrollo económico para el bienestar de ambos países.

Mi esposa Mariangeles y yo hemos disfrutado mucho conociendo Nicaragua. Sabíamos que habíamos llegado en un momento delicado, en medio de una dolorosa crisis nacional. Agradecemos a las muchas personas que nos han hecho sentir bienvenidos al país y a sus comunidades. Son incontables las personas que me han dicho, con una mezcla de orgullo y tristeza: “Es una pena que haya llegado a nuestro país en un momento como este. Realmente es un lugar maravilloso”. He respondido que, a pesar del momento, la calidez, la energía y la valentía de los nicaragüenses han superado todas nuestras expectativas, tal como la belleza del paisaje de este país. Aún nos queda mucho por descubrir.  Ya he visitado muchas de las ciudades más grandes, pero espero conocer las comunidades más pequeñas del país también, las que están más alejadas de la capital. Como mencioné gallo pinto en mi video de presentación, me han servido ese plato de muchas maneras diferentes, en ocasiones varias veces en el mismo día. Ahora que ya soy un experto en gallo pinto, estoy aprendiendo a disfrutar el nacatamal también. Aunque todavía estoy buscando la versión “light”.

Otra cosa que la gente me dice con frecuencia es: ” usted tiene un trabajo realmente difícil”. Puede que no sea lo más fácil ser el Embajador de los Estados Unidos en Managua en estos días, pero no estoy seguro si sea más difícil que administrar un banco, rectorar una universidad, o dirigir un periódico. Dudo que alguien tenga un trabajo fácil hoy en día.  Y me siento afortunado de haber aceptado este desafío contando con lo que yo creo son un conjunto de experiencias útiles y relevantes. He pasado más de 20 años trabajando en temas latinoamericanos, tanto en la región como en Washington, por lo que me siento muy cómodo aquí. Mi reciente puesto como jefe interino de la Misión de Estados Unidos ante la OEA me permitió conocer bien esta organización tan respetada, y darme una buena idea de las muchas maneras en que pueda ayudar con la situación que actualmente atraviesa el país. Y afortunadamente, si toda esa experiencia no fuera suficiente, he encontrado que hay muchas personas aquí dispuestas a ofrecerme consejos en las redes sociales. Esto ocurre siempre, y lo mejor de todo es, que es totalmente gratis. Muchos de ellos parecen inclinarse a que se apliquen más sanciones, aunque hay otros que preferirían que yo regresará por el mismo camino por el que llegué. Así que como pueden ver, es realmente un trabajo muy simple.

En verdad, uno de los aspectos más notables de la diplomacia es que muchas cosas ocurren en privado, por necesidad, ya que requieren de mucha discreción. A menudo es más fácil explorar soluciones y salvar las diferencias, apartado de las cámaras y reflectores de los medios. Esa parte de mi trabajo me lo tomo muy en serio, lo mismo que mi relación formal con el Gobierno de Nicaragua.  Por esa razón hasta el momento he hablado menos con la prensa de lo que me hubiera gustado, pero hoy voy a compartir más de mi perspectiva, nuestra perspectiva, sobre la situación actual en Nicaragua y la política de los Estados Unidos al respeto. Después de todo, la comunicación periódica con un público más amplio, incluidos los líderes del sector privado como ustedes, también es un aspecto esencial de la misión de cualquier embajador. Sé que a todos les preocupa profundamente Nicaragua, que es su hogar, y tienen serias inquietudes sobre lo que ha estado sucediendo aquí.

No es necesario que les diga que la crisis sociopolítica que Nicaragua ha vivido a lo largo del año pasado ha sido una catástrofe. Todos ustedes lo saben. Todos lo han vivido. Las organizaciones internacionales de renombre lo han investigado y documentado, junto con los medios independientes que todavía subsisten en Nicaragua. El rastro de sangre y destrucción que la crisis ha dejado ha afectado a casi todas las familias nicaragüenses de una u otra manera, ya sea que hayan perdido a un hijo cuando las protestas pacíficas fueron reprimidas brutalmente o hayan soportado el largo encarcelamiento de su padre, madre o hermana. Miles se han visto obligados a exiliarse, dejando atrás sus familias y carreras, así como al país que aman. Otros perdieron su empleo en el sector formal, el que les brindaba la promesa de una vida mejor. No estuve en Nicaragua durante el período más violento de la crisis, pero experimenté algo así como una sensación de pérdida personal cuando el ciudadano estadounidense Eddy Montes fue asesinado, bajo custodia en La Modelo, en circunstancias que aún no se han esclarecido adecuadamente. Aunque no conocí personalmente a Eddy, a su familia sí, y a medida que me daba cuenta de la forma en que él había inspirado a tantas personas, supe que su muerte prematura fue una terrible pérdida.

Desde luego que la crisis ha afectado gravemente la economía nicaragüense. Los números de COSEP, AmCham, FUNIDES y las estadísticas oficiales han puesto de manifiesto el declive de una economía que, hasta el año pasado, había estado creciendo de manera constante durante 25 años. Ese progreso estable, interrumpido sólo brevemente en algunas ocasiones, había puesto a Nicaragua en una trayectoria positiva de reducción de la pobreza, desarrollo de infraestructura y diversificación económica.  Pero la desastrosa crisis que afecta al país ha puesto en riesgo todo eso. A este punto ya se han evaporado el crecimiento y la creación de empleo que se había dado en los últimos años y está amenazando con hacer retroceder a Nicaragua décadas, en caso que continúe. La destrucción de negocios viables y, sobre todo, la huida de un talento humano precioso hacia el extranjero, puede que tome muchos años remediarlo.

También se han perdido muchas otras cosas, incluida la capacidad de los nicaragüenses de planificar para el futuro. La tensión persistente y la incertidumbre han hecho difícil o imposible hacer planes, ya sea para estudiar, comprar una casa o invertir en un nuevo negocio. Se trata de miles de sueños que han quedado en suspenso. Una situación verdaderamente lamentable en un país con una enorme capacidad de soñar. Por algo Darío escribió: “si pequeña es la Patria, uno grande la sueña”. Soy un extranjero que ha vivido aquí muy poco tiempo, pero me parece que los nicaragüenses quieren poder soñar nuevamente. A pesar de todos los indicadores desalentadores que hemos visto en el último año, ha sido inspirador ver a los nicaragüenses, especialmente a los jóvenes, reafirmar su compromiso con la democracia genuina. Eso después de varios años en que muchos nicaragüenses, en particular los del sector privado, parecieron priorizar la estabilidad económica por sobre la integridad de las instituciones democráticas del país.  Los eventos del año pasado pusieron de relieve los altos costos de descuidar estos cimientos de cualquier sociedad moderna. En las conversaciones que he sostenido desde que llegué en noviembre, los líderes de todo el sector privado me han dicho que ahora reconocen la necesidad de trabajar junto con otros miembros de la sociedad civil, incluidos los estudiantes y activistas cívicos que lideraron las protestas del año pasado, para insistir en una restauración total del Estado de Derecho y otras reformas institucionales esenciales. Y es muy alentador que el AmCham, haya tenido un liderazgo especial en ese sentido. Siempre habrá diferencias sobre la mejor manera de alcanzar estos objetivos, y debatirlas es saludable, pero lo más importante son el compromiso y los valores compartidos.

Todavía me encontraba desempeñando mis funciones en la Misión de los Estados Unidos ante la OEA cuando vi este despertar cívico desde lejos. La pasión y la urgencia de los nicaragüenses que demandaban acciones internacionales para poner fin a la violencia y promover el cambio democrático forzaron que la crisis de Nicaragua fuera incluida en la agenda de la Asamblea General de la OEA en 2018. El amplio apoyo de organizaciones del sector privado como AmCham y COSEP, así como los esfuerzos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, ayudaron a convencer a los gobiernos de las principales democracias de las Américas de que los graves problemas de Nicaragua no podían esperar. Todavía me sorprende la rapidez y la fuerza de la respuesta internacional que se dio desde el inicio de la crisis.

La política de la Administración Trump desde el comienzo de la crisis ha sido fuerte y clara. No tomaré tiempo esta mañana para repasar todo lo que el Poder Ejecutivo y el Congreso de mi país han hecho desde abril del año pasado, pero quiero resaltar los aspectos más importantes de la política nuestra. En esencia, esa política se centra en promover el fin a la represión, restaurar el pleno respeto a los derechos humanos y el Estado de Derecho y apoyar elecciones anticipadas, libres y justas, como la mejor manera de resolver la crisis sociopolítica de Nicaragua. Los principales responsables de la formulación de políticas de Estados Unidos, incluidos el Presidente, el Vicepresidente, el Secretario de Estado y el asesor de seguridad nacional, han reiterado esta postura durante el último año, y los líderes del Congreso de ambos partidos han hecho eco de ella. Estos mismos criterios fueron consagrados en la Nica Act (Ley de Derechos Humanos y Anticorrupción de Nicaragua), aprobada por unanimidad en ambas cámaras a finales de 2018. Y, permítanme decirles, ¡la aprobación unánime no es algo que ocurra muy a menudo en Washington en estos días! El Gobierno de Estados Unidos aceptó la idea de elecciones anticipadas como una solución, luego de que fuera propuesta durante el primer diálogo nacional, en el que los Obispos de la Conferencia Episcopal actuaron como mediadores.  Fue una respuesta pacífica, orgánica, y Nicaragüense a una crisis sin precedentes. Visité Washington a principios de este mes y puedo confirmar que el compromiso de Estados Unidos con estos objetivos, tanto en el Congreso como en el Poder Ejecutivo, se mantiene más fuerte que nunca.

Para promover estos objetivos, que equivalen a apoyar la agenda democrática de los nicaragüenses, los Estados Unidos ha desarrollado una política multifacética. Hemos trabajado mano a mano con otros miembros de la comunidad internacional, en particular con los de nuestro hemisferio, en foros multilaterales como la OEA y las Naciones Unidas. De hecho, hoy, mientras este acto se lleva a cabo, los Ministros se están reuniendo en la Asamblea General de la OEA en Medellín, donde esperamos que los Estados Miembros aborden la situación en Nicaragua a la luz de la Carta Democrática Interamericana. Estados Unidos ha participado activamente en el Grupo de Trabajo sobre Nicaragua establecido el año pasado por el Consejo Permanente de la OEA, trabajando con democracias afines para proteger los derechos humanos y defender el ejercicio de la democracia en un Estado miembro. Mientras fui Jefe interino de la Misión de Estados Unidos, pude apreciar que la OEA ha recuperado su voz en estos últimos años al abordar este tipo de asuntos y no creo que dé marcha atrás.

Estados Unidos también ha desarrollado e implementado nuevos mecanismos de sanciones en virtud tanto de la Orden Ejecutiva del Presidente del noviembre pasado, como de la Nica Act. Estos esfuerzos están diseñados para crear incentivos para que el gobierno nicaragüense ponga fin a la represión y aborde las demandas legítimas para reformas democráticas. Las sanciones, incluidas las anunciadas la semana pasada, también tienen la intención de responsabilizar a los individuos señalados como autores de graves violaciones a los derechos humanos y otros abusos. No son un fin en sí mismos, sino un mecanismo para promover el cambio democrático y pacífico que tanto necesita Nicaragua. Tal como ocurrió en Venezuela, se espera que su implementación continúe y se amplíe para incluir a más individuos, entidades e instituciones, hasta que se alcancen los objetivos establecidos en la Nica Act y la Orden Ejecutiva.

Finalmente, Estados Unidos también ha apoyado la reanudación de las negociaciones entre el Gobierno de Nicaragua y la Alianza Cívica para buscar acuerdos que puedan brindar una solución pacífica y democrática a la crisis. Seguimos creyendo que una negociación seria, una que aborde de lleno la agenda completa originalmente acordada en marzo por ambas partes, es el mejor camino. He escuchado una y otra vez que estas conversaciones ofrecen un horizonte de esperanza a todos los nicaragüenses, independientemente de su afiliación política. Los obispos católicos y otros líderes religiosos los han apoyado públicamente, al igual que las Fuerzas Armadas de Nicaragua. El presidente de AmCham, Mario Arana, quien se unió al equipo negociador de la Alianza Cívica, ha participado directamente en estas negociaciones y se refirió a ellas en sus comentarios, pero también me gustaría compartir mi perspectiva.

El Gobierno de Estados Unidos ha apoyado las negociaciones en curso desde su inicio, luego de una visita a Nicaragua del Embajador Mike McKinley, Asesor Principal del Secretario de Estado Pompeo. No fue tarea fácil establecer un mecanismo que inspirara confianza adecuada, y que pudiera abordar de manera efectiva los temas altamente delicados y complejos que enfrenta el país. Hubo momentos en los que yo no estaba seguro de que las presiones políticas permitieran que el proceso continuara, pero al final se pudo, y ha sumado apoyo tanto en Nicaragua como en la comunidad internacional. Me gustaría reconocer la tenacidad y el compromiso que Mario y sus colegas de la Alianza Cívica han demostrado al llevar adelante estas conversaciones en condiciones muy difíciles, así como los esfuerzos incansables de los testigos y acompañantes, el Nuncio Apostólico Monseñor Sommertag y el Representante Especial de la OEA, Señor Luís Ángel Rosadilla.

Por supuesto, todo esto se trata en última instancia de lograr resultados, y no de enfocarse en el proceso. Las conversaciones lograron hitos importantes en su primer mes, incluida una agenda acordada que creemos refleja fielmente las aspiraciones reales del pueblo nicaragüense, un mecanismo de facilitación sólido que incluye tanto al Vaticano como a la OEA, así como dos acuerdos importantes: 1) liberar a todos los prisioneros políticos dentro de un plazo no mayor de 90 días; y 2) restaurar los “derechos y garantías” que todos los nicaragüenses deberían disfrutar al amparo de la Constitución vigente, pero que se le han negado sistemáticamente durante la crisis. Después de esos éxitos iniciales, sin embargo, las negociaciones no han avanzado más, a pesar de los valientes esfuerzos de los testigos. Un impedimento importante ha sido la negativa del Gobierno en implementar el acuerdo de “derechos y garantías”, que ha retrasado las discusiones sobre otros temas y ha socavado la credibilidad de todo el esfuerzo. El gobierno tampoco ha demostrado la apertura o flexibilidad necesaria hasta ahora en las discusiones sobre los principales temas de la reforma electoral o de la justicia. Sin lugar a dudas, en ocasiones, la Alianza Cívica, también ha enfrentado dificultades de coordinación y de manejar los tiempos. No obstante, el gobierno de los Estados Unidos cree que la delegación del Gobierno tiene la responsabilidad primordial de garantizar el éxito de estas conversaciones por el bien del país. La intransigencia que ha mostrado hasta el momento ha constituido el principal obstáculo para alcanzar la meta.  Estados Unidos va a continuar apoyando las negociaciones solo si sirven como una forma de lograr soluciones reales en tiempo real.

Un resultado concreto de las negociaciones hasta la fecha ha sido la liberación de la mayoría de los presos políticos antes de la fecha límite del 18 de junio. Pude sentir, como muchos de ustedes también la sintieron, la alegre reacción de la mayoría de los nicaragüenses a causa de estas liberaciones de personas que han sacrificado tanto por la democracia en Nicaragua. Estas acciones también renovaron las esperanzas de que sería posible seguir avanzando en la negociación. Al mismo tiempo, como declaró nuestra Subsecretaria para el Hemisferio Occidental, Kim Breier, el Gobierno de Estados Unidos no puede apoyar la Ley de Amnistía utilizada para llevar a cabo estas liberaciones. La ley aplica condiciones inaceptables a los derechos políticos de estos ex presos y evita cualquier tipo de justicia por las violaciones masivas a los derechos humanos que han ocurrido desde el año pasado. Nos unimos al Secretario General de la OEA Almagro y otros miembros de la comunidad internacional para pedir la liberación de todos los presos políticos que todavía quedan en las cárceles. Una solución negociada a la crisis sigue siendo urgente, por todas las razones que mencioné anteriormente. Una negociación exitosa tiene el potencial de dar vuelta a la página de la pesadilla nacional que el país ha vivido y construir un camino hacia una verdadera reforma y una auténtica reconciliación nacional. En ausencia de un acuerdo político, las actuales tensiones y el declive económico de Nicaragua solo empeorarán, y la presión internacional sólo se va a intensificar, como dejó en claro el anuncio hecho por Estados Unidos y Canadá al imponer de manera conjunta sanciones la semana pasada.

Todavía hay una oportunidad de avanzar dentro del actual marco de negociaciones, si ambos lados ponen la voluntad necesaria.  Hay pasos urgentes que hay que tomar, que incluyen la liberación de los presos políticos restantes, la resolución de discrepancias sobre los mismos según sea necesario, así como la implementación inmediata de los compromisos del Gobierno para restablecer a los nicaragüenses sus derechos civiles y libertades fundamentales. La Alianza Cívica, por supuesto, también debe hacer su parte, centrándose en los objetivos a largo plazo de la negociación y representando fielmente las aspiraciones de los nicaragüenses para un futuro mejor. Varios analistas nicaragüenses respetados, con amplio conocimiento de la situación, me han dicho que el proceso de cambio político profundo que comenzó en abril de 2018 puede que no sea lineal, pero es, en definitiva, irreversible. Me han afirmado, que después de todo, Nicaragua no es Cuba. No es una isla, geográfica ni metafóricamente hablando. Es una democracia centroamericana con una constitución republicana que pertenece al SICA y al acuerdo CAFTA-DR. Todavía es un miembro pleno de la OEA, con todos los derechos y obligaciones inherentes a esa membresía. La economía de Nicaragua está estrechamente vinculada con vecinos como Panamá, Costa Rica, Honduras y El Salvador, y por supuesto con Estados Unidos y Europa también. Muchos nicaragüenses deciden viajar, hacer negocios y estudiar en esos lugares, demostrando con sus decisiones individuales el tipo de sociedad que anhelan y el rumbo que quieren dar a sus vidas. Es cierto que algunos líderes nicaragüenses, de diversos partidos políticos, han aprobado medidas desafortunadas en las últimas dos décadas para menoscabar las instituciones democráticas del país, pero no creo que una mayoría de Nicaragüenses haya votado nunca conscientemente para renunciar a sus libertades civiles, ni para criminalizar la disidencia.

El renovado compromiso de los nicaragüenses con la reforma democrática y los cercanos lazos de amistad entre nuestros dos países, me generan una gran esperanza para el futuro de este país y para nuestra relación bilateral. Muchos de ustedes saben por experiencia personal que el comercio, la inversión y el turismo de los Estados Unidos han sido motores poderosos del progreso de Nicaragua en los últimos años, y creo que seguirá siendo así. También saben que empresas estadounidenses claves han asumido compromisos a largo plazo con este país. Los ejecutivos de esas compañías me dicen que los trabajadores y gerentes nicaragüenses se encuentran entre los mejores de la región, con una ética de trabajo excepcional y un compromiso con la superación personal. Hay muchas cosas que me gustaría hacer como embajador, y espero poderlas hacer en el futuro cercano, dentro de ellas está renovar y profundizar nuestra colaboración en pro del desarrollo económico. En mis asignaciones anteriores, supervisé grandes programas de la USAID, lideré el desarrollo de un Acuerdo del Desafío del Milenio (MCC), ayudé a negociar un acuerdo bilateral de libre comercio y promoví inversiones de miles de millones de dólares en energía limpia. Espero colaborar con AmCham y otros líderes nicaragüenses para aprovechar el vasto potencial de nuestra cooperación, en tanto Nicaragua retorna a un camino de paz, libertad y desarrollo económico inclusivo. Hagamos todos lo que podamos, desde donde estamos, usando lo que tenemos a mano, para que eso suceda.

Muchas gracias!

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